No sé, igual te pasa que has conocido a muchos chicos por los mismos lugares de siempre y llega un punto en el que más o menos todo te parece un poco igual. Hasta casi mecánico.

Bueno, aquí te vamos a contar una breve (y real) historia que mucho tiene que ver con esto (y con justamente lo contrario).

Pero antes, unas presentaciones rápidas …

Somos Peter y Sergio, terapeutas de un centro de crecimiento personal para hombres gays y sexualmente diversos en Barcelona. Se llama Espai D’Homes. (si googleas nos encuentras fácilmente, por si quieres mirar un poco).

Llevamos más de ll años acompañando a estos hombres a profundizar en sus relaciones íntimas y personales.

Aquí unas fotos.

Hechas las presentaciones básicas, te contamos …

Hubo una vez que un chico vino a vernos quejándose mucho mucho de las experiencias que tenía cuando conocía a otros hombres por Grindr (o aplicaciones primas hermanas), en un parque, en una sauna, en un local de ambiente, etc (ya sabes).

«Bueno, a veces me lo paso bien, pero la gente está muy loca, hace cosas muy raras, aparecen y desaparecen, dicen cosas que no son, van a lo mismo, ni si quiera se puede tener una conversación normal … estoy un poco cansado ya …

Además yo me siento un poco tenso, como si tuviera que cumplir con algo … no me relajo. Total que me siento vacío y al final lo mando todo a la mierda y me quedo en casa, me pongo una peli y yo mismo con mi mecanismo, ya me entiendes.»

La queja era mucho más extensa y sufrida, pero para no alargar demasiado …

Y la pregunta que vino después fue esta:

Oye, ¿y tú qué haces para que eso cambie?

El chico puso esa cara que se le pone a una máquina de vending cuando se traga tu moneda. Con estupefacción y cabreo al mismo tiempo.

Bien.

Lo que tú haces concretamente para tratar de sentirte plenamente satisfecho en tus relaciones con otros hombres no lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que nosotros hacemos algo distinto. Y es esto gue vas a leer a continuación.

Una cosa está clara. Nos necesitamos.

Los hombres nos necesitamos.

Y necesitamos relaciones que nos nutran.

Es decir, que por muy independiente que puedas ser, también necesitarás afecto de vez en cuando. Como necesitamos comer o beber.

Ahora bien … el cómo (y cuánto) te sientas de satisfecho con ese afecto va a depender de la calidad de la relación. Y en parte, nosotros somos responsables de dotarla de esa calidad. Y de calidez.

Es como si tuvieras una chimenea de esas de leña. Si sabes qué leña recoger y de qué manera encenderla, podrás disfrutar de un gustoso calorcito. Si no, te tocará hundirte en kilos y kilos de mantas.

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